TÍVOLI se inauguró el 20 de mayo de 1972 en Arroyo de la Miel, Benalmádena, con 60.000 metros cuadrados de auténtica diversión. En el acto estuvieron presentes entre otros el entonces alcalde más joven de España, Enrique Bolín, que lo era de Benalmádena; el presidente de la Diputación, Francisco de la Torre, y los altos ejecutivos del parque Poulsen y Nielsen.
Tívoli cambió el concepto turístico que se explotaba hasta aquel momento fomentando el ocio y el recreo familiar. La entrada al parque costaba en sus inicios 5 pesetas los niños y 10 pesetas los adultos. Hoy, la tarifa asciende a 7 euros (1.165 pesetas) mientras que los niños menores de un metro de altura tienen pase gratis.
Eran toda una novedad las 16 fuentes que jugaban con el agua, la luz y el sonido, el espectáculo de fuegos artificiales, que por entonces era el más grande y sorprendente del país, la monumental montaña rusa, el lago con embarcaciones, la pagoda china. Y el teatro al aire libre, con capacidad para 2.200 personas: la gran apuesta de Tívoli en verano, por donde pasaban los grandes artistas. Entonces (hay que recordar) los ayuntamientos todavía no habían asumido el papel de productores musicales y se limitaban a contratar a modestos artistas u orquestas para animar las casetas de feria, mientras que las grandes estrellas quedaban para el parque de atracciones.
Pero el recinto tenía también otros escenarios donde eran continuas las actuaciones musicales de toda índole. Así, la plaza de Andalucía ofrecía un espectáculo flamenco gratuito con un cuadro de baile que también interpretaba el llamado folclore de arte español; la plaza del oeste, con el show de las chicas que bailaban el can-can, y el Jardín de las Palmeras, donde grupos vocales amenizaban las noches de verano. Además, había una banda de música que hacía un pasacalles con originales uniformes, en la que tocaba el saxo Manuel Vallejo Amaro, hoy director de la banda municipal de Málaga.
Lleno de turistas
Familias y grupos de amigos, junto a los extranjeros que veraneaban en la Costa y los cordobeses y jienenses que se escapaban por estos lares, llenaban Tívoli en las noches de verano. Los aparcamientos se copaban de coches y autobuses con matrículas foráneas.
Era una delicia pasear por sus caminos, por sus jardines; contemplar los lagos, los estanques, los arroyos artificiales que otorgaban frescura en las cálidas noches, subir a las atracciones, pasar miedo en la noria y vértigo en la montaña rusa.
Cenar en uno de sus numerosos restaurantes internacionales y comprar en tiendas de varios países del mundo constituía otra novedad en aquel entonces. En la explanada de la entrada había burros 'aparcados' esperando a los visitantes que querían utilizarlos para subir las cuestas del parque de atracciones y llegar al punto más alto.
Uno de los secretos del éxito del parque era su magnífico equipo humano, encabezado por su propietario, el danés Bent Olsen; el director, Molsen; la eficiente relaciones públicas, Britt Norman; el jefe de taquillas, Juan Lozano; el agente artístico, Antonio Rodríguez; el director técnico, José María Borrego, y los dos presentadores del teatro al aire libre, Diego Gómez y Mari Tere Campos. Todo un lujo de personal, junto al de mantenimiento, que contribuyeron a que Tívoli fuera un referente nacional en el negocio del ocio a gran escala.
La publicidad de Tívoli se confió en los primeros tiempos a Mc Cann, aunque luego la llevó la agencia malagueña Símbolo, dirigida por José Miguel de la Cruz Lombardo, que luego fue concejal socialista de Transportes en el Ayuntamiento de Málaga, y contaba entre sus creativos con Manolo Morales y Manolo Gutiérrez.
Campañas de publicidad
Eran habituales los anuncios en los dos periódicos que había en Málaga, 'Sol de España' y SUR, y las paredes del centro amanecían con los afiches de los artistas que iban a actuar en Tívoli. Las cuñas de radio sonaban en las tres emisoras locales: Radio Peninsular, Radio Juventud y Radio Popular, y dos Seat 124 familiar rotulados con el anagrama del parque de atracciones recorrían las barriadas malagueñas, al tiempo que sonaba por megafonía la inconfundible sintonía de Tívoli. De vez en cuando, el conductor del vehículo publicitario regalaba algunas entradas a los chavales.
Amplia programación
El tirón lo tenía la programación artística. Julio Iglesias, Demis Roussos, Rocío Jurado, Josephine Baker, James Brown, Lola Flores, Marifé de Triana. Camilo Sesto, Miguel Gallardo y Miguel Ríos son sólo algunos de los miles de artistas que han pasado por Tívoli. El humor estaba también presente y por el teatro han desfilado desde Tip y Coll a Fernando Esteso, Andrés Pajares, José Luis Moreno, Mari Carmen y sus muñecos, Pepe Da Rosa o Paco Gandía.
Otros artistas que recuerdan los habituales al parque de atracciones son Isabel Pantoja, Juanita Reina, Manolo Escobar, Los Morancos de Triana, Emilio José, María Jiménez, Las Grecas, Víctor Manuel y Ana Belén, Marujita Díaz, José Luis Perales, Mari Trini, Juan Pardo, Antonio Molina, Rafael Farina, Los Pecos, María Dolores Pradera, Lole y Manuel y Las Deblas, entre otros.